Apártate de mí, no me conoces;
me tomas tú por bueno y no lo soy.
Si vieras el camino en el que voy
seguro subirías a otro bote.
Conozco mi pecado y no lo niego
yo sé que como soy no agrado a Dios.
Desviado, y tanto es mi corazón
que ya acepté la vida que merezco.
¿Por qué en lugar de irte más te acercas
me tocas y me dices que no tema,
que sabes bien a quién quieres llamar?
Te sigo, pues si no te has confundido
me amas como nadie me ha querido,
y ya me eché a tus pies para llorar.
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